miércoles, 30 de noviembre de 2016

La Iglesia existe para evangelizar… y la catequesis está al servicio de la evangelización

La Iglesia existe para evangelizar, esto es, para llevar la Buena Noticia a todos los ambientes de la humanidad y, con su influjo, transformar desde dentro, renovar a la misma humanidad. (DGC 46)
Una vez que las personas deciden ser cristianos (una vez que en ellos existe una fe inicial, una primera conversión), la primera institución encargada de transmitir y enseñar esta buena noticia es la catequesis. Por eso no puede faltar la catequesis en ninguna parroquia. Sin catequesis no podríamos conocer a Jesús, que es el camino, la verdad y la vida.
Al ser la catequesis una actividad tan común en la Iglesia, a veces, los personalismos, la falta de información y de formación, la limitación de medios materiales y humanos, etc. producen unos modelos de catequesis dispares. Así nos quejamos de que en esta parroquia se hace la catequesis de este modo y en la vecina de modo distinto.
No obstante, la Iglesia se hace permanentemente la pregunta: para el hombre de nuestro tiempo, ¿qué catequesis tenemos que organizar? Por eso salen permanentemente documentos oficiales que proponen un determinado modelo de catequesis, respetando la peculiaridad de cada lugar. A continuación explicamos lo que entiende hoy la Iglesia, por la gran tarea de la catequesis.
QUÉ ES LA CATEQUESIS
Hay muchos modos y maneras de definir la catequesis. Nosotros vamos a hacerlo gradualmente.
  • Hasta ahora ya hemos dado una definición muy simple: “Catequesis es transmitir y enseñar la buena noticia (el Evangelio)”. Pero es importante seguir matizando…
  • Una segunda aproximación a lo que es la catequesis… nos vamos a fijar en la definición de catequesis que hicieron los obispos españoles hace unos años:
Es la etapa (o período intensivo) del proceso evangelizador, en la que se capacita básicamente a los cristianos para entender, celebrar y vivir el Evangelio del Reino al que han dado su adhesión, y para participar activamente en la realización de la comunidad eclesial y en el anuncio y difusión del Evangelio.
Esta formación cristiana -integral y fundamental- tiene como meta la confesión de fe.
Explicado de otra manera: por un lado están las cosas que pasan, la vida… lo que acontece a nuestro alrededor. Por otro, la Palabra de Dios, el Evangelio que es luz y camino y vida.
En el interior de cada persona ponemos en contacto y relacionamos esas dos realidades, contrastamos lo que dice Dios y lo que hacemos y pensamos las personas… Si logramos “meter” la Palabra de Dios dentro de nuestra vida, para transformar nuestra conducta, descubrir nuevos caminos, etc… habremos hecho catequesis.

martes, 29 de noviembre de 2016

Pasatiempos II Adviento A



Primer Domingo de Adviento

El pasado Domingo, dábamos comienzo al tiempo de Adviento, al igual que a un nuevo Año Litúrgico, que este año se corresponde con el Ciclo A.

En la celebración de la Eucaristía de las 12:30h, más conocida como Misa de la Catequesis, los niñ@s presentaban sus coronas de Adviento para ser bendecidas por el sacerdote que celebraba la Misa, que en este caso fue D. Isidro.

Aquí tenemos un momento de la celebración con las coronas de Adviento delante del Altar.

Virgen de la Medalla Milagrosa

El 27 de noviembre de 1830 la Virgen Santísima se apareció a Santa Catalina Labouré, humilde religiosa vicentina, y se le apareció de esta manera: La Virgen venía vestida de blanco. Junto a Ella había un globo luciente sobre el cual estaba la cruz. Nuestra Señora abrió sus manos y de sus dedos fulgentes salieron rayos luminosos que descendieron hacia la tierra. María Santísima dijo entonces a Sor Catalina: 

 "Este globo que has visto es el mundo entero donde viven mis hijos. Estos rayos luminosos son las gracias y bendiciones que yo expando sobre todos aquellos que me invocan como Madre. Me siento tan contenta al poder ayudar a los hijos que me imploran protección. ¡Pero hay tantos que no me invocan jamás! Y muchos de estos rayos preciosos quedan perdidos, porque pocas veces me rezan". 

Entonces alrededor de la cabeza de la Virgen se formó un círculo o una aureola con estas palabras: "Oh María sin pecado concebida, ruega por nosotros que recurrimos a Ti". Y una voz dijo a Catalina: "Hay que hacer una medalla semejante a esto que estás viendo. Todas las personas que la lleven, sentirán la protección de la Virgen", y apareció una M, sobre la M una cruz, y debajo los corazones de Jesús y María. Es lo que hoy está en la Medalla Milagrosa.

En Padrón la festejamos como es costumbre, con el Triduo en su honor. Así de hermosa y esbelta se presentaba a la parroquia.

lunes, 28 de noviembre de 2016

Fuentes de fe: los catecismos (I)

Decíamos en el post anterior, que los catequistas no podemos transmitir aquello que nos viene en gana, sino que debemos transmitir la fe de la Iglesia. ¿Dónde podemos buscar, entonces, los contenidos, el mensaje? ¿Cómo saber que lo que transmitimos es la fe de la Iglesia? ¿Hay algún medio o instrumento que nos proporcione la fe de la Iglesia con todas las garantías?
La respuesta es muy sencilla: los catecismos son precisamente los instrumentos que la Iglesia pone a nuestro alcance para garantizar que la fe allí expuesta es la fe auténtica de la Iglesia.
El catecismo es un libro de fuentes de fe
Lo primero que se puede y se debe afirmar de un catecismo es que se trata de un “instrumento al servicio de la catequesis”.
No es un instrumento más, sino un instrumento singular, privilegiado. Porque el catecismo nos ofrece las fuentes de la fe, es decir, aquellas convicciones básicas y fundamentales de la fe cristiana. Éste contiene:
El mensaje cristiano en su integridad, la experiencia de fe vivida por la Iglesia, presentados orgánica y progresivamente, para ayudar a los que caminan hacia la maduración en la fe.
Una exposición autorizada de la fe cristiana
Efectivamente, un catecismo para ser tal, requiere la promulgación explícita del obispo para su diócesis, voz autorizada y garante de autenticidad. No se trata pues de compendios realizados a título personal, elaborados por catequistas o sacerdotes.
El catecismo es, pues, libro de la fe que los obispos ofrecen a sus comunidades de manera autorizada y auténtica.
Una síntesis orgánica
Los catecismos recogen sistemática y orgánicamente la verdad revelada, vivida y expresada por la Iglesia de todos los tiempos. En ellos se nos ofrecen:
 – Los elementos nucleares del mensaje cristiano (lo que la Iglesia cree)
–  Las actitudes fundamentales de la conducta cristiana (lo que la Iglesia vive)
–  La iniciación a la vida sacramental (lo que la Iglesia celebra y reza)
Cada uno de los catecismos constituye esa síntesis adaptada a la edad de los destinatarios.

domingo, 27 de noviembre de 2016

Si no tengo amor


19 claves para entender la carta del papa Francisco “Misericordia et Misera"

A continuación presentamos en 19 puntos la síntesis de la Carta Apostólica Misericordia et misera del papa Francisco al concluir el Jubileo Extraordinario de la Misericordia.
En primer lugar, el Papa explica que Misericordia et miseria son dos palabras que san Agustín usa para comentar el encuentro entre Jesús y la adúltera (cf. Jn 8,1-11). Es una enseñanza que “viene a iluminar” el camino que estamos llamados a seguir en el futuro. 

1. El amor de Dios supera el pecado
En el centro no aparece la ley y la justicia legal, sino el amor de Dios que sabe leer el corazón de cada persona para comprender su deseo más recóndito, y que debe tener el primado sobre todo (…). Una vez que hemos sido revestidos de misericordia, aunque permanezca la condición de debilidad por el pecado, esta debilidad es superada por el amor que permite mirar más allá y vivir de otra manera. [punto 1]
Casi seguro que cada uno de nosotros se topó en su vida, aunque fuera una…

2. Perdón, acto de amor
El perdón es el signo más visible del amor del Padre, que Jesús ha querido revelar a lo largo de toda su vida. (…) No podemos correr el riesgo de oponernos a la plena libertad del amor con el cual Dios entra en la vida de cada persona (…). La misericordia es esta acción concreta del amor que, perdonando, transforma y cambia la vida. [punto 2]

3. Testigos de esperanza
La misericordia suscita alegría porque el corazón se abre a la esperanza (…). Se necesitan testigos de la esperanza y de la verdadera alegría para deshacer las quimeras que prometen una felicidad fácil con paraísos artificiales. El vacío profundo de muchos puede ser colmado por la esperanza que llevamos en el corazón y por la alegría que brota de ella. [punto 3].

4. Soplo vital, la misión
Como un viento impetuoso y saludable, la bondad y la misericordia se han esparcido por el mundo entero (…). Hemos percibido cómo su soplo vital se difundía por la Iglesia y, una vez más, sus palabras han indicado la misión: “Recibid el Espíritu Santo, a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos” (Jn 20,22-23) [punto 4].

5. El amor de Dios nos precede siempre
No limitemos su acción; no hagamos entristecer al Espíritu (…). En primer lugar estamos llamados a celebrar la misericordia (…). Por tanto, abramos el corazón a la confianza de ser amados por Dios. Su amor nos precede siempre, nos acompaña y permanece junto a nosotros a pesar de nuestros pecados. [punto 5]

6. Comunicar la vida cristiana
Comunicar la certeza de que Dios nos ama no es un ejercicio retórico, sino condición de credibilidad del propio sacerdocio (…). Vivir la misericordia es el camino seguro para que ella llegue a ser verdadero anuncio de consolación y de conversión en la vida pastoral. La homilía, como también la catequesis, ha de estar siempre sostenida por este corazón palpitante de la vida cristiana. [punto 6]

7. Renovar compromiso de difundir la Biblia
La Biblia es la gran historia que narra las maravillas de la misericordia de Dios (…). Sería oportuno que cada comunidad, en un domingo del Año litúrgico, renovase su compromiso en favor de la difusión, el conocimiento y la profundización de la Sagrada Escritura: un domingo dedicado enteramente a la Palabra de Dios. [punto 7]

8. Misioneros de la misericordia seguirán su misión
Doy las gracias a cada Misionero de la Misericordia por este inestimable servicio de hacer fructificar la gracia del perdón. Este ministerio extraordinario, sin embargo, no cesará con la clausura de la Puerta Santa. Deseo que se prolongue todavía, hasta nueva disposición, como signo concreto de que la gracia del Jubileo siga siendo viva y eficaz, a lo largo y ancho del mundo. [punto 9]

9. Sacerdotes misericordiosos con los casos más complejos
Quedarse solamente en la ley equivale a banalizar la fe y la misericordia divina. Hay un valor propedéutico en la ley (cf. Ga 3,24), cuyo fin es la caridad (cf. 1 Tm 1,5). (…)Incluso en los casos más complejos, en los que se siente la tentación de hacer prevalecer una justicia que deriva sólo de las normas, se debe creer en la fuerza que brota de la gracia divina. [punto 11]



10. Reconciliación 
El Sacramento de la Reconciliación necesita volver a encontrar su puesto central en la vida cristiana (..) Una ocasión propicia puede ser la celebración de la iniciativa 24 horas para el Señor en la proximidad del IV Domingo de Cuaresma. [punto 11]





11. Aborto, pecado grave, sacerdotes sean guía
De ahora en adelante concedo a todos los sacerdotes, en razón de su ministerio, la facultad de absolver a quienes hayan procurado el pecado del aborto. Cuanto había concedido de modo limitado para el período jubilar[14], lo extiendo ahora en el tiempo, no obstante cualquier cosa en contrario. Quiero enfatizar con todas mis fuerzas que el aborto es un pecado grave, porque pone fin a una vida humana inocente (…). Por tanto, que cada sacerdote sea guía, apoyo y alivio a la hora de acompañar a los penitentes en este camino de reconciliación especial. [punto 12]

12. Consolar a afligidos y tristes
Cuánto dolor puede causar una palabra rencorosa, fruto de la envidia, de los celos y de la rabia. Cuánto sufrimiento provoca la experiencia de la traición, de la violencia y del abandono; cuánta amargura ante la muerte de los seres queridos. Sin embargo, Dios nunca permanece distante cuando se viven estos dramas [punto 13].

13. Familias centro de misericordia
El don del matrimonio es una gran vocación a la que, con la gracia de Cristo, hay que corresponder con al amor generoso, fiel y paciente. La belleza de la familia permanece inmutable, a pesar de numerosas sombras y propuestas alternativas (…) La gracia del sacramento del matrimonio no sólo fortalece a la familia para que sea un lugar privilegiado en el que se viva la misericordia, sino que compromete a la comunidad cristiana [punto 14].

14. Ser instrumentos de misericordia
La misericordia renueva y redime, porque es el encuentro de dos corazones: el de Dios, que sale al encuentro, y el del hombre (…). Es aquí donde se descubre que es realmente una “nueva creatura” (cf. Ga 6,15): soy amado, luego existo; he sido perdonado, entonces renazco a una vida nueva; he sido “misericordiado”, entonces me convierto en instrumento de misericordia [punto 16].

15. Ser creativos para ayudar a los demás
Es el momento de dar paso a la fantasía de la misericordia para dar vida a tantas iniciativas nuevas, fruto de la gracia (…). Con todo, las obras de misericordia corporales y espirituales constituyen hasta nuestros días una prueba de la incidencia importante y positiva de la misericordia como valor social. La misericordia nos impulsa a ponernos manos a la obra para restituir la dignidad a millones de personas que son nuestros hermanos y hermanas, llamados a construir con nosotros una “ciudad fiable” [punto 18].

16. Misericordia destierra indiferencia e hipocresía

El carácter social de la misericordia obliga a no quedarse inmóviles y a desterrar la indiferencia y la hipocresía, de modo que los planes y proyectos no queden sólo en letra muerta. Que el Espíritu Santo nos ayude a estar siempre dispuestos a contribuir de manera concreta y desinteresada, para que la justicia y una vida digna no sean sólo palabras bonitas, sino que constituyan el compromiso concreto de todo el que quiere testimoniar la presencia del reino de Dios.

17. Trabajar por una cultura de la misericordia
Estamos llamados a hacer que crezca una cultura de la misericordia (…). Las obras de misericordia son “artesanales”: ninguna de ellas es igual a otra (…). La cultura de la misericordia se va plasmando con la oración asidua, con la dócil apertura a la acción del Espíritu Santo, la familiaridad con la vida de los santos y la cercanía concreta a los pobres [punto 20].

18. La misericordia no es una teoría abstracta
La tentación de quedarse en la “teoría sobre la misericordia” se supera en la medida que esta se convierte en vida cotidiana de participación y colaboración (…). No podemos olvidarnos de los pobres: es una invitación más actual hoy que nunca, que se impone en razón de su evidencia evangélica”.

19. Este es el tiempo de la misericordia
Cada día de nuestra vida está marcado por la presencia de Dios, que guía nuestros pasos con el poder de la gracia que el Espíritu infunde en el corazón para plasmarlo y hacerlo capaz de amar. Es el tiempo de la misericordia para todos y cada uno, para que nadie piense que está fuera de la cercanía de Dios y de la potencia de su ternura. [punto 21]

Carta Pastoral de Adviento

¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él?

Queridos diocesanos:

Acabamos de clausurar el Año Jubilar Extraordinario de la Misericordia. Ahora, el tiempo litúrgico del Adviento nos invita a fortalecer nuestra esperanza cristiana fundamentada en la venida del Hijo de Dios, hecho hombre, al mundo para nuestra salvación, y a recorrer el camino a lo esencial de nosotros mismos desde lo que hemos de configurar los valores que dan sentido a nuestra vida. Somos conscientes de que navegamos a veces atravesando la espesa niebla de la angustia en el mar de nuestra existencia. Ya en el tercer milenio del cristianismo nos preguntamos: ¿Hemos conocido el amor de Dios? ¿Cómo estamos siendo testigos de ese amor? Para vosotros, queridos diocesanos, y para mí son interrogantes a los que necesitamos darle una respuesta si queremos que la venida del Señor sea levadura que transforme y luz que ilumine nuestras vidas.

El nacimiento del Hijo de Dios nos motiva a proclamar con el salmista: “¿Qué es el hombre para que te acuerdes de él, el ser humano para mirar por él? Lo hiciste poco inferior a los ángeles, lo coronaste de gloria y dignidad, le diste el mando sobre las obras de tus manos, todo lo sometiste bajos sus pies”[1]. Es el misterio del hombre, pequeño y grande a la vez, mortal e inmortal, terreno y celeste. Estas afirmaciones parecen un sueño en medio de una condición humana resquebrajada en la que Dios ha dejado de ser el origen y la meta, el sentido y la explicación última de la vida, y el hombre quiere configurarse a su gusto y medida. La Iglesia nos dice que “Cristo en la misma revelación del misterio del Padre y de su amor, manifiesta plenamente el hombre al propio hombre y le descubre la grandeza de su vocación”[2].

Preparación  para la Navidad    

El Adviento nos ayuda a prepararnos espiritualmente para recibir al Señor que vino, está viniendo y vendrá. La profundidad del misterio se revela en estas palabras: “El Verbo si hizo carne y habitó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad” (Jn 1,14). San Juan Pablo II nos dejaba escrito que “Jesús es el hombre nuevo que llama a participar de su vida divina a la humanidad redimida. En el misterio de la Encarnación están las bases de una antropología que es capaz de ir más allá de sus propios límites y contradicciones, moviéndose hacia Dios mismo; más aún, hacia la meta de la divinización a través de la incorporación a Cristo del hombre redimido, admitido a la intimidad de la vida trinitaria… Sólo porque el hijo de Dios se hizo verdaderamente hombre, el hombre puede, en él y por medio de él, llegar a ser realmente hijo de Dios”[3]. En esta providencia proclamamos: ¡Gloria a Dios en el cielo y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad! (Lc 2, 14).

Fijemos nuestros ojos en el rostro de Cristo, pues en él descubriremos el rostro del hombre que hemos de mostrar en el peregrinar de nuestra vida, caminando desde Él para ser testigos de su amor. Nuestro compromiso es tener los mismos sentimientos de Cristo Jesús que siendo rico se hizo pobre para enriquecernos a nosotros con su pobreza (cf. 2Cor 8, 9). No olvidemos que los pobres de cualquier condición son la puerta para encontrarnos con el rostro de Cristo que nos dijo: “Cuando des un banquete, invita a pobres, lisiados, cojos, y ciegos; y serás bienaventurado porque no pueden pagarte; te pagarán en la resurrección de los justos” (Lc 14, 13-14). Normalmente cuando hacemos un banquete invitamos a parientes y amigos. Es la ley de la “reciprocidad comercial”. Ellos nos retribuirán después. Y Jesús nos dice que ahí no hay mérito, y propone la ley de la “generosidad gratuita”, buscando la recompensa divina, distinta de la recompensa humana que vicia a veces nuestras relaciones, y recordar lo que nos dice san Pablo: “Hay más alegría en dar que en recibir” (Hech 20, 35).  No nos olvidemos de los pobres en estos días en los que intercambiamos regalos. Respetemos la dignidad propia de cada ser humano. De esto dependerá el futuro de nuestra civilización.  “El amor fraterno sólo puede ser gratuito, nunca puede ser un pago por lo que otro realice ni un anticipo por lo que esperamos que haga”[4].

Siempre alegres en el Señor

Ante los males que puedan sobrevenirnos, no olvidemos que Dios está cercano a nosotros. El Señor está cerca de los que lo invocan sinceramente, es decir, de los que acuden a él con fe  recta, esperanza firme y caridad perfecta. La celebración de la Navidad nos trae el mensaje de que debemos estar siempre alegres en el Señor. Nuestra alegría ha de ser según Dios y según el cumplimiento de sus mandatos, siendo ejemplo de modestia y sobriedad. Dios nos ha hecho hijos en el Hijo, y esto conlleva vivir la fraternidad con los demás. Recordemos que sigue habiendo hogares con acuciantes problemas económicos, y que hay mucha gente que no tiene lugar en la posada de nuestra sociedad. Con todos ellos hemos de vivir la Navidad, ayudándoles con nuestra colaboración económica y llevándoles la Luz que brilló en Belén. ¡Siempre es Navidad! ¡Feliz Navidad!

Os saluda con afecto y bendice en el Señor,

+ Julián Barrio Barrio,
Arzobispo de Santiago de Compostela.

viernes, 25 de noviembre de 2016

Transmitir la fe de la Iglesia (II)

 
1. LO QUE SE HA DE CREER
Cuando nos santigüamos, quizás sin darnos cuenta, estamos proclamando, en el mejor de los resúmenes, lo que es la fe de la Iglesia: “En el nombre del Padre (Dios Padre, Creador…), del Hijo (Jesús, que nació, vivió, murió, resucitó), del Espíritu Santo (Espíritu que da vida a la Iglesia).
Una primera ampliación de este resumen es el “Símbolo de la fe o Credo”. Es una fórmula breve que resume las Sagradas Escrituras y especialmente los cuatro Evangelios.
El llamado Símbolo Apostólico es una de las fórmulas que la Iglesia ha utilizado, desde muy antiguo, para profesar su fe bautismal y para exponer y explicar esa fe en la catequesis.

2. LO QUE SE HA DE CELEBRAR

Cristo resucitado, Señor y Salvador, está siempre presente en su Iglesia y actúa en ella con la fuerza del Espíritu Santo, para hacer llegar a todos los hombres la salvación de Dios. De esta manera cumple la procesa que hizo a los Apóstoles; “Sabed que yo estoy con vosotros, todos los días hasta el fin del mundo” (Mt 28, 20).
Los hombres y mujeres que escucharon a Jesús y le vieron actuar durante su vida terrena, al oír sus palabras y al ver lo que hacía, oyeron las palabras de Dios y fueron testigos de cómo Dios actuaba entre ellos. En efecto, cuando Jesús perdonaba, daba el perdón de Dios Padre; cuando Jesús curaba a un enfermo, mostraba la misericordia del Padre. Para los que creyeron en él, Jesús fue realmente la manifestación de Dios a los hombres. Se cumplieron sus palabras: “Quien me ha visto a mí, ha visto al Padre” (Jn 14, 9).
Los gestos y palabras de Jesús, resucitado y exaltado a la gloria de Dios Padre, continúan vivos en ella, descubrimos en la vida de la Iglesia, en sus palabras y acciones, signos de que la obra salvadora de Cristo sigue eficazmente presente entre nosotros.
Todos los pueblos y grupos humanos tienen signos distintos como, por ejemplo, fiestas, danzas, emblemas, que les evocan realidades importantes de su vida, y, de alguna manera, les ponen en relación con algo más profundo de lo que en estos signos, a primera vista, se ve.
También en la vida de la Iglesia hay signos muy humanos que celebran la presencia de Cristo en medio de la comunidad de sus discípulos: pero en modo alguno son mera proyección de los sentimientos del hombre. Son señales de Dios que no solo evocan el misterio de Cristo, sino que hacen realmente presente y eficaz su acción y su fuerza santificadora. 
La Iglesia llama los siete sacramentos -Bautismo, Confirmación, Eucaristía, Penitencia, Unción de los Enfermos, Orden Sacerdotal y Matrimonio- a siete de las acciones en las que Cristo actúa eficazmente, concediéndonos por medio de ellos la gracia del Espíritu Santo.
3. LO QUE SE HA DE ORAR

Dios ha querido comunicarse con los hombres como un amigo se comunica con su amigo. Desea que nos dirijamos a él ocn la confianza de un hijo hablando con su padre. Llega, incluso, a inspirarnos las palabras de nuestro diálogo con él.
En la Biblia se recoge el tesoro de oraciones que sirvieron al pueblo de Israel para profesar su fe y confianza en Dios. Los “salmos” son una muestra de ello.
El Padrenuestro, “la oración del Señor”, concentro lo mejor de los salmos y las demás plegarias de la Sagrada Escritura. Es regla para la oración de la Iglesia. El padrenuestro es el modelo de toda oración cristiana.
Jesús se lo ensenó a sus Apóstoles cuando estos viéndole rezar le rogaron: “Señor, enséñanos a orar” (Lc 11, 1).
Las principales expresiones de la oración son las siguientes: la adoración, la alabanza, la acción de gracias, la súplica, la petición de perdón, la admiración de la gloria de Dios y de sus obras en favor de los hombres, el silencio contemplativo.
4. LO QUE SE HA DE OBRAR

De la lectura y reflexión de la Sagrada Escritura y tal y como se ha venido interpretando tradicionalmente en la Iglesia, los cristianos, ayudados por la luz que nos ha el Espíritu Santo, descubrimos el camino de la conducta que hemos de recorrer en la vida. En definitiva, no se trata más que de aceptar la invitación de Jesús a seguirle. A este respecto, son punto de referencia obligados tres pasajes bíblicos:
a) El decálogo o los diez mandamientos (Ex 20, 1-17)
b) El seguimiento de Jesús. Jesús lleva a plenitud el decálogo (Mc 12, 28-31). Jesús enseña que los mandamientos de Dios se resumen en dos: amar a Dios y amar al prójimo.
c) Los valores del Reino de Dios: las Bienaventuranzas (Mt 5). Una persona es verdaderamente cristiana si vive a fondo el resumen del mensaje de Jesús que la Iglesia llama las “Bienaventuranzas”.

Escenarios del Antiguo Testamento

Celebración de Entronización de los nuevos Leccionarios






miércoles, 23 de noviembre de 2016

I Domingo de Adviento: Celebración de entronización del nuevo leccionario y bendición de la corona.

Un feliz acontecimiento se ha dado en nuestra Iglesia: la coincidencia del inicio del nuevo Año litúrgico (el llamado “ciclo A”, dedicado al Evangelio según san Mateo) que comenzará con el tiempo de Adviento, con el “estreno” de los nuevos leccionarios publicados por la Conferencia Episcopal Española. El leccionario es el instrumento litúrgico, en forma de libro, que contiene todas las lecturas usadas en la Eucaristía y otras celebraciones litúrgicas de acuerdo al Año litúrgico.
En efecto, este tiempo litúrgico de Adviento nos invita a prepararnos para el gran evento que celebraremos en la Navidad: el misterio de la Palabra de Dios que se “hace carne” (Jn. 1, 14). El nuevo leccionario para los domingos de este nuevo Año litúrgico, que se comenzará a leer a partir de este próximo Domingo es, sin duda alguna, una gran ayuda para este camino de preparación. Lo es, en primer lugar, porque la Palabra que se proclama en las celebraciones cristianas, y quiere hacerse vida en nosotros y en nuestro entorno cada vez que la escuchamos y la ponemos en práctica, viene ahora revalorizada con una nueva edición del texto. Pero a la vez, y en segundo lugar, valorizando la “Palabra de Dios hecha texto litúrgico” estamos preparándonos para acoger el misterio navideño de la “Palabra de Dios hecha carne”; y, finalmente, el misterio particular de la “Palabra de Dios hecha carne, en cada Eucaristía”.
Por este motivo, consideramos que, bien sea para hacer caer en la cuenta de la importancia de la Palabra de Dios en las celebraciones, sobre todo en las eucarísticas; bien para hacer presente a nuestro Pueblo la nueva edición del Leccionario de la Iglesia española; o bien para marcar el inicio solamente del Tiempo de Adviento como preparación a la Navidad, sería oportuno hacer algún tipo de celebración litúrgica, asociada a la Eucaristía de este primer Domingo de Adviento, llamada de «Entronización de la Palabra de Dios».

Transmitir la fe de la Iglesia (I)



La catequesis es una tarea pública dentro de la Iglesia. El catequista la realiza en nombre de la Iglesia. Un catequista, tú cuando haces la catequesis, habla en nombre de la Iglesia. Por tanto, no puedes proponer la fe que te parezca simplemente bien. Debes transmitir la fe de la Iglesia. Es decir, aquellas profundas convicciones que hoy y siempre ha profesado y confesado la Iglesia.
Conviene ya desde el principio afirmar que la fe de la Iglesia no son solamente palabras, convencimientos, credos,… Es también vida, testimonio, ejemplo, transformación de la sociedad… Por eso decimos que confesamos y profesamos la fe… Porque somos creyentes somos practicantes, profesionales de la fe…
¿Qué entendemos entonces, por la fe de la Iglesia? 
Resumiendo de un modo simple, con el riesgo de ser imprecisos e incompletos, podríamos decir que, la fe de la Iglesia es el resultado final de la suma de los siguientes componentes:
  • La revelación de Dios que se recoge por escrito en las Sagradas Escrituras (la Biblia), destaca el mensaje de Jesús: lo que dijo e hizo.
  • La Tradición es la transmisión de la revelación de Dios, tal y como la percibieron, expresaron y vivieron, desde los Apóstoles, a través de los tiempos, de generación, los seguidores de Jesús de Nazaret. A veces, pensamos que hablar de tradición es quedarnos en el pasado, cuando lo que representa es todo lo contrario: el esfuerzo por actualizar permanentemente los contenidos de la fe.
  • El depósito de la revelaciónel magisterio: El conjunto de convicciones profundas que se han venido teniendo en la Iglesia, la recta interpretación de lo que dice la Sagrada Escritura y la Tradición se confía en la Iglesia a sus pastores: el Papa y los Obispos. Así, la Sagrada Escritura y la Tradición correctamente interpretadas son comparadas a un “depósito” o patrimonio que se les confía para que lo custodien fielmente. Este ejercicio es el propio de la jerarquía de la Iglesia, los sucesores de los Apóstoles: el Papa y los Obispos, a quienes se les denomina “el magisterio de la Iglesia”.
En resumen, podríamos decir que, la fe de la Iglesia, es la revelación de Jesucristo, que llega a nosotros a través de la tradición de los Apóstoles y de la Sagrada Escritura, conservadas, ambas, en la Iglesia, y transmitidas e interpretadas fielmente por ella a lo largo de los siglos.
Todo este conjunto de convicciones profundas forman el patrimonio o depósito de la fe, custodiado por el Magisterio, y constituye la fe de la Iglesia.
Una visión de conjunto…
Ya desde los comienzos, los seguidores de Jesús de Nazaret (la Iglesia), a la hora de leer y meditar las Sagradas Escrituras se fijaban en cuatro grandes aspectos que resumen la fe de la Iglesia:
– Lo que se ha de creer: El credo
– Lo que se ha de celebrar: Los sacramentos
– Lo que se ha de orar: El padrenuestro
– Lo que se ha de obrar: Mandamientos/Bienaventuranzas

El ADVIENTO en seis puntos...

El Adviento es un tiempo de preparación para la Navidad, donde se recuerda a los hombres la primera venida del Hijo de Dios. Por otro lado también es un tiempo en que se espera su segunda venida que tendrá lugar al final de los tiempos. Estos datos te ayudarán a comprenderlo mejor:

1.- Adviento es una palabra de etimología latina, que significa 'venida'.


2.- Adviento es el tiempo litúrgico compuesto por las cuatro semanas que preceden a la Navidad como tiempo para la preparación al Nacimiento del Señor.

3.- El Adviento tiene como color litúrgico al morado que significa penitencia y conversión, en este caso, transidas de esperanza ante la inminente venida del Señor.

4.- El Adviento es memoria del misterio de gracia del nacimiento de Jesucristo. Es memoria de la encarnación. Es memoria de las maravillas que Dios hace en favor de los hombres.

5.- El Adviento prepara y anticipa el futuro. Es una invitación a preparar la segunda y definitiva venida de Jesucristo y la “majestad de su gloria”.

6.- El Adviento es el tiempo de María de Nazaret que esperó, que confío en la palabra de Dios, que se dejó acampar por El y alumbró al Salvador de Mundo: Jesús.


Este 2014 el Adviento inicia el domingo 30 de noviembre y nos invita a vivir la vida cristina fundamentada en la fe, la esperanza y el amor.

jueves, 17 de noviembre de 2016

Cursillos Prematrimoniales 2017


Jesucristo, REY DEL UNIVERSO

La solemnidad de NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO, es una fiesta que siempre cierra el Año Litúrgico en el que se fue meditando sobre todo el misterio de su vida, su predicación y el anuncio del Reino de Dios. 

Fue el papa Pío XI quien, el 11 de diciembre de 1925, con la encíclica "Quas primas", instituía esta solemnidad. 

Tras el Concilio Vaticano II, la fiesta fua trasladada al último domingo del tiempo ordinario, como final del año litúrgico.  El objetivo de esta fiesta es recordar la soberanía universal de Jesucristo. Lo confesamos supremo Señor del cielo y de la tierra, de la Iglesia y de nuestras almas.

Cristo es el principio y el fin, el alfa y el omega. Cristo reina con su mensaje de amor, justicia y servicio. El reino de Cristo es eterno y  universal, es decir, para siempre y para todos los hombres y mujeres.

Cristo puede empezar a reinar en nuestros corazones en el momento en que nosotros se lo permitamos; de este modo, vamos creando, desde ahora, el Reino de Cristo en nosotros mismos y en donde vivimos, estudiamos o jugamos.

A continuación una serie de enlaces a varias páginas de internet con recursos sobre la fiesta de Jesucristo, Rey del Universo.